viernes, 22 de noviembre de 2013

Como la noche y el día.

Como la noche y el día. Tú, hija de la Luna y hermana de las estrellas, aquellas que se apagan a tu paso para destacar tu deslumbrante luz que iluminan el cielo oscuro. Yo, hijo del Sol, ardiente llama que nunca se apaga, aquella que arrasa con cuanto aquello que en su camino. Como la Luna y el Sol, en constante baile sin control, un día me voy, otro día te busco.

Al principio ni una palabra, temiendo consumir la luz que habita en tu interior, justo cuando creía no haber conocido derrota vi en tus ojos aquel tenue destello que rompía la regla, aquella batalla  que perdí con cierto sabor agridulce en mis labios. Era una sonrisa callada que no dejaba entrever lo que sentía, frente a otra ardiente incapaz de mostrar su verdadero fuego interior. Batallas perdidas y ganadas, cuando tu querías yo no podía y así nos perdió. Condenados a contemplarnos sin tocarnos, como la noche y como el día.

Un día quise ser tu luz, quise ser la llama que alimentase el frío de tu interior, una vez quise ser el motivo por el que aquella hija de la Luna brillase tanto, quise recibir la frescura del abrazo de la noche.

¿Qué diferencia hay entre 384.000 km frente a 167? El tiempo de perder dos horas, de ganarlas, de tirarlas. De llenar el vacío que llenan las estrellas.

Cuando llenes este caos de tu remanso de paz, cuando deje de ver una copa vacía y empiece a verla medio llena, cuando los astros y todas las energías que el karma manda al universo se conjuren para unir dos seres totalmente opuestos, será cuando uno encuentre la pieza crucial que le falta al otro.

Un vago recuerdo del pasado, un barco sin rumbo flotando sobre una isla Jamás descubierta, y estas fotos que marcan un día, el día, aquel fatídico día en que nuestros rumbos cambiaron, ese en que las palabras se apagaron en mi garganta, cuando dejé volar y tú te alejaste de mi volando.

Todo sigue tal y como tu lo dejaste, con este nudo dentro de mí, con todas esas cosas que debí decirte y no callarme. Eres la mitad de mi todo, la luz que deslumbra donde mi llama se apaga. Casi no se que esta Isla Perdida sin ti, no se que seria si tu brillo que me aparte de todo chispa que corrompa mi fuego.

Quizás así lo quiso el destino, pero sabed usted pequeña Campanilla que para Peter Pan nunca existieron las barreras del espacio-tiempo. Dicen que aquellos que desean algo con mucha fuerza "envían una energía al universo que se encarga de que, de alguna forma aquello que mas quieras suceda".

No hay comentarios:

Publicar un comentario