martes, 5 de agosto de 2014

Ignis y Akua.

Hace eones, cuando la tierra aun no se daba por concebida como tal, los dioses creadores de la misma, acababan de abandonarla, dejándola cargada de energía mágica. Esto hizo que cada elemento en la tierra, tuviese vida propia, mas allá de los límites que impone la ciencia hoy día. Un mundo sin limitaciones, cargado de energía cósmica sin fin.

Esta es la historia de Ignis, una pequeña ascua.

Un día, Ignis nació de un pequeño incendio, un rayo, cayó sobre un pequeño valle y al incendiarse un árbol, de ahi salió Ignis, una pequeña chispa cargada de magia como todas sus compañeras. Ignis, siempre fue el mas curioso del incendio, e iba caminando solo por el valle, haciendo arder cada una de todas las ramitas secas que pisaba. Sentía curiosidad por todo cuanto le rodeaba, pero estaba triste, a todo lo que se acercaba, ardía sin cesar y moría en cenizas, sin tener la oportunidad de presentarse. Así que decidió alejarse del incendio y seguir su camino por si solo.

Allá por donde quisiera que fuese, todo ardía a su pequeño paso, el clima era muy seco, y era idóneo para que brotase con apenas su chispa un gran incendio. El Dios del Fuego, estaba muy orgulloso de él, y bajo la forma del incendio que el mismo creaba a su paso, bajó a visitarlo y a elogiar su trabajo como siervo.

Ignis, no entendía nada de lo que hablaba el Dios, ¿acaso el no sentía curiosidad por saber que era lo que ardia a su paso? -le preguntó-

El Dios del Fuego extrañado le dijo: -somos criaturas destructivas, devoramos sin saber el que, ni el porqué, has sido creado para ello, y tal es tu cometido-.

Ignis siguió sin comprendedlo, y se alejó de allí rápidamente, a lo que el incendio se propagó mas y mas.

Encontró un lugar rocoso, donde descubrió que nada ardía, ninguna roca cedía a su calor, entonces le preguntó a una roca, porque no ardía, a lo que esta le respondió: -somos las criaturas más duras y resistentes de la tierra, y es cierto, que podemos ser destruidas, y convertidas en magma por criaturas como tu, pero tu eres demasiada poca cosa para nosotros-

Ignis le respondió -entonces, ¿no todo arde a nuestro paso? ¿no solo somos seres destructivos?-

A lo que la roca confundida dijo: -no entiendo de destinos o significados de la vida, pero como puedes ver, no puedes destruirme sino moldearme, y yo precisamente soy demasiado grande para ti-.

Ignis esperanzado le preguntó: -¿hay mas sitios como este, donde no pueda arder nada a lo que me acerque?

La roca le respondió que si, pero que era peligroso para él y que podría llegar a extinguirse. Ignis insistió e insistió con cada vez mas ilusión, y la roca conmovida por su inocencia, le explicó:

-Hay un lugar, donde los brotes mas verdes y frescos viven en armonía con el agua, un elemento contrario a ti, la temperatura y la humedad, son claves para esos seres, y allí nadie como tu puede hacer daño alguno, el problema, es que los seres como tu, se consumen y mueren con facilidad-.

Ignis no podía creerlo, chisporroteaba de alegría al pensar que hubiese un sitio así, le pidió a la roca que le indicase donde estaba ese sitio, y salio brincando del lugar, dejando a la roca pensativa.

Al llegar al lugar, Ignis no podía creer lo que veía, una vegetación muy verde y distinta a la que veía en el valle donde nació. Al adentrarse mas, vio algo que brillaba a lo lejos, y pensó que sería alguno de los suyos y se acercó. Al hacerlo, vio que se trataba de otra cosa, el brillo era translúcido y perlado, y reflejaba la hoja sobre la que se encontraba, era una pequeña gota de agua, la cual descansaba plácidamente sobre una hoja que jamás había visto en el valle.

Esta gota, miró curiosamente a Ignis, y éste no pudo evitar sentirse ruborizado "Cuanta belleza en una cosa tan distinta a mi" pensó.

Se acerco un poco más y saludó: -Hola... me llamo Ignis... vengo de un lejano valle y...-

-Eres fuego- respondió tranquilamente la gota.

-Si- dijo Ignis aun más nervioso.

Este no paraba de pensar en como podía existir una cosa tan bella en algo tan minúsculo, y sin pensarlo le dijo: -Oye, eres muy bella-

La gota comenzó a secarse del nerviosismo y recuperando la compostura dijo: -Ni siquiera sabes mi nombre-

Ignis sintiéndose grosero se ruborizó y chisporroteando levemente por la emoción, le preguntó: -¿Cual es tu nombre?-

La gota, fríamente le respondió: -Mi nombre es Akua, y pertenezco a un elemento que es enemigo del tuyo-

Ignis tratando de apaciguar los ánimos, le contó su historia, y como había llegado allí. Akua, bajo de la hoja, se acercó a él, al hacerlo demasiado, borboteo algo entre ambos. Estos, se miraron confundidos sin saber que había ocurrido, asi que caminaron juntos pero sin tocarse, conociéndose ambos.

Largos días caminaron Ignis y Akua, por la frondosa selva, este contándole anécdotas divertidas, y ella escuchándole silenciosamente. Una noche, estaban ambos en un robusto y húmedo tronco, contemplando las estrellas, al bajar Ignis la mirada, se sorprendió al ver que Akua le miraba fijamente, y cuando quisieron acercarse más, volvió a ocurrir, un borboteo, que apagaba su llama secaba el liquido de Akua. Estaban locamente enamorados, pero también condenados a no tocarse. Ignis pensó y pensó, y llego a la conclusión de que no había nada, que los Dioses no pudiesen hacer.

Viajaron juntos, hasta encontrar a los hermanos de Ignis, y a través de ellos, encontrar a su Dios, y cuando esto ocurrió, asi les recibió:

-IGNIIIIIS!!- dijo enfadado el Dios del Fuego.

Ignis y Akua estaban aterrorizados, pero Ignis saco valor y dijo: -Dios del Fuego, he venido a veros porque...-

El Dios del Fuego le cortó y dijo: -¿Has osado a traerme una gota de agua como ofensa, o es acaso como ofrenda para ser sacrificada en mi honor?-

A lo que Ignis rápidamente respondió: -No, estoy enamorado de ella, pero no puedo tocarla y no hay nada en este mundo que desee más-

El Dios del Fuego rugió de ira, y empezó a expandir sus llamas hasta casi secar a Akua, Ignis y ella, huyeron rápidamente de allí.

Ignis miró tristemente a Akua, sin saber que hacer a lo que Akua de repente tuvo una idea: -Vamos a ver a mi Dios, es muy tranquilo y nos escuchará, quizás el pueda ayudarnos!-

Como no perdían nada, ambos fueron en presencia del Dios del Agua y este amablemente escuchó la petición de los dos, abrumado por tal petición, les ofreció la única opción que tenía en su mano:

-He visto en vuestros corazones, un amor fuerte y no puedo dejar de notar la sinceridad que hay en vuestras palabras y el deseo que tenéis de estar juntos, pero lo único que puedo hacer, es aumentar el poder de Akua, pero ello conllevaría a que pudiese apagarte Ignis, y por lo que cuentas, el Dios del Fuego no estará muy por la labor de aumentar tu poder, y aún así, siempre os haréis daño al tocaros, ya que uno seca al otro, y ella te apaga a ti Ignis-

Ignis y Akua, se fueron de allí muy tristes, dejando el pensativo Dios, tratando de averiguar como paliar el mal que les aquejaba a esos dos pequeños seres.

El Dios del viento, vio como Ignis y Akua abandonaban el templo del Dios del Agua, y había estado escuchando y observando los pesares de la pequeña pareja, después de pensarlo mucho, uso su poder y bajó del cielo rapidamente, sopló fuerte e hizo pegarse a la pareja.

La unión fue letal, Akua, se chocó rápidamente con Ignis, y ambos desaparecieron en un leve borboteo, la llama de Ignis se apagó y el agua de Akua se apagó. Y ambos se hicieron humo, y subieron y subieron hasta llegar al Dios del Cielo, quien les recibió con una gran sonrisa.

-¿Que nos has hecho?- Preguntó Ignis entre enfadado y asustado

-Conceder vuestro deseo- dijo el Dios.

Las dos formas de humo que ahora eran Ignis y Akua se miraron confundidas.

A lo que el Dios dijo: -Habéis abandonado vuestros cuerpos originales, habéis muerto de manera carnal, ahora sois etéreos, podéis tocaros, mezclaros, entrelazarlos, es más, subiréis, estaréis en las mismas nubes, bajareis a la tierra en forma de lluvia, así Ignis, sabrá lo que es vivir como Akua, y a veces bajareis en forma de rayo, estallando en llamas, y así Akua, sabrá lo que es vivir como Ignis, pero siempre volveréis a ser aire y estaréis juntos siempre, siendo uno solo-

Ignis y Akua se miraron fijamente, y por primera vez, se tocaron, fue un momento mágico para ambos, pudieron sentir como sus etéreos cuerpos se enlazaban y cruzaban rozándose con ternura.


Esta fue, la primera manifestación de amor que hubo en la Tierra, y de la que no se tiene constancia.

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