sábado, 20 de septiembre de 2014

Tren del terror

Nace, camina, corre, grita, llora, ríe, aplaude, canta, baila, siente, duerme. Y nunca mires atrás, yo estoy cansado ya, de no mirar atrás, en este baile de la muerte que me va a reventar, sueña, vuela, nada, desaparece, vuelve sin más. Purgando esta oscuridad vuelvo a ver como se torna luz, y no estás allí, todo lo que pido cada noche no se cumple deseándolo, los rezos quedaron dormidos y mi voz ya no tiene fuerza.

Fumo tinta de cartas que jamás te di, maldigo cada uno de mis versos y el beso último que no logro recordar, ¿lo recuerdas tu? Paz que me invade, tensión desaparecida, una vida nublada, sin un sol que la ilumine, que baje Dios y suba Satán y hagan de mi un mero grano de arena en este universo de dolor. Fumar es mi placebo, los porros son un placebo de ti, un triste sustituto sin tacto, que nubla mis sentidos en el acto e impregna el ambiente de ti. 

Cada noche en vela es un rezo nocturno hacia ti, cada leve soplo de viento, lo guardo muy dentro de mi. Al lado de donde debería de estar mi corazón, y sin embargo, no está. Me estoy quemando y consumiendo muy despacio por el tic tac del reloj, aun no veo la hora de verte y eso me patea los mismos cojones.

Que no sería yo capaz de hacer, por hacer todo cuanto hice mal, cuanto pagaría yo con mi propia sangre por volver a rozar tus labios, no puedes saberlo. No puedo interpretar tus acciones, aun si viviésemos en la misma ciudad, te seguiría sintiendo lejos, no se ni el como, ni el cuando, ni el porqué.

Mas prisas, mas dudas, mas dolor, aquí en el tren de terror, conducido por los recuerdos y el sufrimiento jamás paliado. Un corazón indomable, unas pelotas de plomo rellenas de cemento, unas ganas de saltar al vacío y estamparme si nadie me acoge. ¿Quien dijo que esto fuera justo? Me ves desgarrado a borbotones por cualquier lugar, me puede el lado oscuro de mi puto corazón, lo rompo todo tras las noches borrosas sonando hip hop. Siempre fui la sustancia peligrosa.

He dormido en tu tejado como un buen gato negro, olfateando tu celo, bajo la atenta mirada de luna, soy hijo bastardo de ella, por las calles voy vagando bajo el brillo de todos mis demonios estelares, El recuerdo y el olvido están tras todas las esquinas esperando, agazapados el momento de mi puto final.

Vomito estiércol y rayadas que ya nunca me esnifo, fumo los kilómetros que hay de mi casa a tu piso, bebo una sustancia que no me da calor, siento el frío en mi interior todo lo que buscaba en ti, esta por tu cama, tus sábanas, tu ropa. Volvería a buscar esa peligrosa curva de tu cintura y me estrellaría encantado acelerando sin parar.


Destruyo todos los días miles de mis neuronas para recordarme que no soy nada sin ti, que esta paz que me llena me medio vacía sin quererlo. Que los días no pasan con la misma sonrisa que me dibujabas tu, que el tren en el que estoy marcha sin yo quererlo, que el adiós es una cosa para la que jamás estuve preparado para las despedidas, y aunque se que no es para siempre, se que no será lo mismo, sin saber que me esperas al otro lado de un pequeño charco. Un charco que separa nuestros mejores encuentros, y que también le dará fortaleza a un lazo que me une irremediablemente hacia ti, y al que hace tiempo que me rendí por completo, para formar parte de ti.

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