sábado, 28 de junio de 2014

7 days

Como si de la creación de dios se tratase, he necesitado siete días para encontrarme a mi mismo, ha sido una experiencia excitante a la vez que dura.

A penas logro olvidar alguno de los momentos de cada uno de esos siete días, y la idea me asusta, o asustaba bastante; he llegado al proceso de aceptación, mediante el cual he firmado un contrato con la vida, un contrato con unas estipulaciones que están bien claras, y de hecho, lo están después de mucho tiempo vagando buscando dichas estipulaciones.

Carece de garantías, pero realmente ¿qué contrato no tiene una garantía límite? He vagado mucho por el ancho mundo, y aún me queda mucho por recorrer, pero después de muchos años he llegado a mi punto de inflexión, el cual me ha dado a entender que llego mi momento, mi paz, ese torrente renovador que todos deseamos tener alguna vez en la vida. Y no es la paz que todos buscan y que pretenden de obtener mediante la guerra, al menos mi guerra fue de otro modo, una guerra carente de sabor amargo, no había nadie que saliera victorioso o derrotado, eramos dos seres que ya estábamos derrotados de antemano, cansados de vagar, uno que menos fuerzas que el otro, pero dos derrotados al fin y al cabo.

El primer día; fue como lo relata el "Génesis", la noche y el día, me empalagabas o me dejabas seco, era un contraste delicioso en los labios al que, difícilmente podría resistirme.

El segundo, ya no sabía ni donde me encontraba, era un mecer como las olas bajo las sábanas, un aire fresco a mi vida.

El tercer día, y brotó algo mas que cualquier tipo de planta, quizás la semilla germinó como la espuma, pero ya poco importa.

El cuarto día, ya estaba extasiado de dos luceros que me deslumbraban durante la noche y el día, quedaba hipnotizado por ese verde almendra en el que me veo reflejado.

El quinto día, ya notaba el hormigueo del estómago, no era consciente de cuanto ocurría y cuando lo hice, estaba demasiado metido en el set, sabía que no había vuelta atrás, pero no era consciente de que todo iba a cambiar desde entonces.

Sexto día, cada caricia, cada mirada, cada beso, me traía la inmensidad de la vida, me sentía completo y la vez vacío, podía notar que me faltaba algo, pero algo de lo que me había desprendido en esos días, de una máscara de terror que ya no me pertenece.

Y el último y séptimo día. Paz, solo eso, y no era para nada algo de lo que aburrirme o arrepentirme, estaba sintiéndome tal y como quería, solo quería seguir sintiendo esa paz, hasta el final de mis días.

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