De esta película que no tiene fin, ni quiero que la tenga.
Cada bombardeo tuyo hace mil añicos mis partes más ocultas, el viento se llevo los pedazos de una coraza que ya ni lucha por continuar pegada a mi, y la luz de tus ojos llena el vacío que ella ha dejado tras de sí dentro de mí. Es imparable el poder de tus palabras, como lo es el poder evocador de tus palabras, sabias e inocentes palabras que buscan el apaciguamiento de mi infierno interno.
Y es verdad que cada paso que trato de dar inconscientemente contigo retrocedo veinte, pero también es verdad que inconscientemente te amo y que sin ti mis llamas dejaran de arder.
No vengo a ofrecerte nada, salvo buena compañía y risas, ¿que puedo más ofrecerte oh dama de los vientos, libre como la corriente? No soy más que un vulgar mercenario de la mar, un corsario mandado por el mejor postor, un condenado enamorado del viento y su huracanado carácter.
No tengo armas, solo el poder de las palabras y aquel que page mis servicios obtendrá el mayor beneficio, ya me cansé de mi oficio, solo quiero tu veredicto:
¿Puedo ser yo, aquel que acabe con esta innecesaria guerra? ¿Acaso nos hemos encontrado para matarnos?
¿Acaso no somos aliados naturales, yo y el fuego y tu el viento de mi bienestar?
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