sábado, 5 de julio de 2014

Recuerdos de un artista reprimido.

Recuerdo, ¡qué demonios, no recuerdo nada!, no he vivido el amor de unos padres, el afecto de una familia, quizás si, pero en una medida, si, en una medida capaz de ser medida, el amor no se mide, pero en mi caso si.

El peso de un padre y una madre sobre una mujer, una GRANDISIMA mujer, no puede ser mayor. A veces no se a quién culpar de mi existencia pero constantemente se a quien culpar de mi suerte. Maldigo cada uno de lo momentos que me robáis, maldigo cada fibra de vuestro cuerpo y maldigo el odio que os profeso.

Es tal mi angustia, que al no poder sentir como me gustaría ni demostrar cuanto quiero, más odio me produce, este sin vivir, esta angustia que siento cada día que paso en esta cárcel que algunos se esfuerzan por enseñarme a llamar "hogar", esta agonía que tanta sed me produce. No sabría si decir que bebo de ti o bebo contigo, pero lo que si sé, es que gracias a este aire que produces respiro, y me renova este odio que siento, me altera el cuerpo por completo, me limpia cuerpo y mente, y me transmite la paz que mi guerrillera alma busca.

Dejémonos de malditos recuerdos, que ya no me quedan, que he olvidado por completo quien fui, para aceptar quien soy, no me importan las etiquetas, además ¿para qué recordar? Los recuerdos son pequeñas llamas que apagamos con el presente, el presente es la hoguera del pasado, la chispa que antecede al futuro, debo avivar mis llamas, si en algún momento de mi vida decido brillar de verdad.

Ahora brillo a través de tus ojos escarlatas, y el fuego de mi alma se refleja en ellos, puedo ver la esperanza en tus ojos, ya encuentro la paz gracias ti.

-Suspiro-.

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